A las nueve está mi tiempo
que vuela a lo lejos
sin pedirme nada,
que viene sin prisas
en la madrugada;
me trae tres palabras
tres risas
tres nadas
que pongo en la letras
en las acabadas
en las dulces alas
de las chachalacas.
Ya no vuelan más
las miradas rancias,
de tus laberintos
están escapadas,
se quieren quedar
respirando el hueco
el mullido espacio
el de la otra almohada.
A las nueve está mi tiempo
que regresa a casa
que regresa a verte
en mi pobre cara;
siempre reflejada
en mis dos pupilas,
casi encarcelada
casi a la deriva.
Ya a las nueve y media
la ventana cierro,
tres gotas resbalan
saltan con la luz,
pintando una raya
una extraña cruz.
Casi a las diez
ya no digo nada.
Alejandro Brizuela García
Las notas personales